Luisito Proyectos (Un cuento con doble intención)

 Luisito Proyectos  (Un cuento)

Leyendo un libro del Dr. don Juan Antonio Vallejo-Nájera  presté atención a: 

"Paranoia. Trastornos paranoides. Los delirios de grandeza puede perturbar notablemente la vida normal de una persona. En los delirios de grandeza el paciente tiene la convicción de su enorme importancia profesional y social, aunque este sea un ser insignificante.

El tratamiento clínico de estos enfermos responde bien a los neurolépticos y cuando el paciente mejora se complemente con sesiones de psicoterapia"

Recuerdo al sobrino de un conocido que llamaremos Luisito y que apodó su propio padre como "el Proyectos". Todavía, a sus 40 años de edad, casado, tenía la cabeza llena de proyectos y fantasías irrealizables mientras que su hermana, a los 26 años de edad. era directora de banco.

Luisito, tras mucho batallar, sacó la carrera de derecho en ocho años. Era torpón, embustero, distraído y de mente dispersa. No era capaz de concentrarse en nada ni menos aun mantener un trabajo por más de un año.

 Dijo a sus padres, tras terminar los estudios, que él deseaba ser embajador. Para esto tenía que desplazarse a Madrid, ya que en Granada era imposible preparar el acceso a la Escuela Diplomática.

El padre, aunque cateto con dinero, no tenía un pelo de tonto, se dejó convencer, más por la madre que por el letrado, y lo envió a la capital arropado por  una tarjeta Visa con tope de dos mil euros mensuales, aparte de pagar la familia el alquiler de un coqueto apartamento con cochera, en una zona céntrica de Madrid.  

Luisito siempre fue un soñador, un diletante y un carajote integral. En Madrid en vez de estudiar se dedicó a la juerga, a beber y a ir de putas, unas damas  que le contagiaron una enfermedad inconfesable. Antes del año volvió a Granada con las orejas gachas y con una aspecto deplorable, de enfermo en recuperación.

Cuando los amigos de la familia le preguntaban el motivo del retorno del futuro diplomático la madre, resabiada por los programas de televisión, decía que era debido a una enfermedad rara contraída en la capital.

Como el chico no quería trabajar en el almacén de su padre, dedicada a la distribución de piensos, dijo que prefería preparar un proyecto que tenía en mente. Y dale con sus proyectos de los cojines, dijo el padre confidencialmente a su esposa. Ni quiere trabajar conmigo ni hacer nada práctico. Hay que casarlo con alguna pava que conozcamos. No sea así hombre, que es nuestro hijo, suspiró lacónicamente la esposa. Para algo tiene que valer.

La boda se celebró en Santa Ana por todo lo alto. Ella era Matilde, la hija anoréxica de un antiguo empleado del almacén. Era profesora de literatura en un instituto. Matilde aceptó casarse con él y no le importaba que él preparara oposiciones inabordables ni otras bagatelas imaginarias: sus proyectos, mientras que ella aguantaba a sus ineducados alumnos barriobajeros. También hay que decir que el padre de Luisito, le ingresaba todos los meses dos mil euros para compensar, ante los ojos de Matilde, la inutilidad de su hijo. 

¿Fueron felices? ¿Aguantó mucho  tiempo dicho matrimonio? Nunca lo supe, perdí  contacto con esta familia tras mi jubilación, aunque "Todo es posible en Granada"

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