Aquel encuentro con su cuñada
Aquel encuentro con su cuñada
Un cuento de otoño.
"Jacinto probaba aquella magnífica motocicleta alemana recién llegada a su tienda. Era un agradable día de otoño en el verano permanente de Almería. Pasearía, deleitándose con el suave ronroneo del motor y el fresco que le daba en la cara al tener la visera del casco levantada, sería un suave paseo a San José Cabo de Gata.
Pasando junto a unos jardines se fijó en un cuerpo de mujer , que aunque estaba de espaldas, marcaba un ritmo cadencioso y voluptuoso en sus andares. ¡Qué mujer! se dijo mentalmente el motorista que estando más cerca de ella la reconoció como a su cuñada Adela, divorciada hacía medio año de su hermano, el matasanos.
La adelantó para poder parar junto a la acera y llamarla a voces. Ella se le acercó y tras saludarle con dos besos en ambas mejillas e impregnarle con su suave perfume le dijo que todas las mañanas paseaba por el parque antes de ir a hacer pilates.
Mira que mañana hace hoy, parece que estamos todavía en verano, dijo Jacinto a su cuñada mientras que le traspasaba el vestido con sus ojos imaginando el color de su ropa interior.
Si te atreves y no te da miedo a subirte en la moto te llevo a dar un paseo. Antes de las doce estamos de vuelta. ¿Miedo yo?- contestó altivamente la cuñada.
Jacinto abrió el portaequipaje para sacar un casco que le sentó bien a Adela. Esta se subió a horcajadas en la parte posterior de la máquina mostrando necesariamente sus rodillas bien torneadas.
Te voy a llevar al paraíso, pudo oír Adela con toda claridad pese a llevar el casco ignorando que llevaba un intercomunicador en el mismo. Vamos allá, dijo riendo su cuñada.
Jacinto salió de la carretera de San José y se desvió tomando una pista de tierra que bajaba a la playa. Esto es Cala Calva, el lugar más bello de la Costa de Almería. Pararon bajo la sombra de una peña. Se quitaron los cascos y los zapatos y caminaron lentamente a la orilla del mar. ¿Por qué no nos bañamos?- dijo de pronto Adela. Es que no tengo bañador y... No seas pacato cuñado, nos bañaremos como Adán y Eva antes de lo de la manzana.
De regreso a la ciudad, antes de la hora de comer, y circulando por una carretera tranquila y oyendo el murmullo del motor de la inmensa motocicleta Jacinto no pudo contenerse y lanzó un grito triunfal y salvaje.
¿Qué te pasa, cuñado? Que hoy es el día más hermoso de mi vida, esta moto, este paisaje, este día y... Y yo, cortó riendo la cuñada. Ya sabes, Jacinto, cuando quieras probar una de tus motos nuevas me llamas, que me encanta pasear contigo, es todo una aventura."
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