Literatura Española

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"El jardín de los Frailes"

Autor: Manuel Azaña


Este es un relato de don Manuel Azaña, desde sus 8 años de edad hasta que  terminó el preparatorio del Bachillerato, en el internado agustino de El Escorial.

En el prólogo escrito por el autor nos dice: "Quien posea menos humanidad que espíritu crítico, fallará adversamente si el primer encuentro de un mozo con lo grave y lo serio de la vida se diluye en frívolos devaneos de colegio". 

"Me gustaba leer desde muy niño. Las novelas de Verne, de Reid, de Cooper, devoradas en la melancólica soledad de una casona de pueblo ensombrecida por tantas muertes, despertaron en mí una sed de aventura profunda"

"Recuerdo con afecto aquel padre agustino que nos inició en el tomismo, era de Cantabria, de poca talla, locuaz en demasía, un tantico suspicaz y marrullero. Voz aguda, ojos claros, y en los labios finos, remuzgos fugaces de desdén o de ira. Era listo como el hambre, era el único fraile "señorito" y el más sociable. Tenía gracia para hablar a las señoras. Era mejor jinete que metafórico. En el colegio teníamos una cuadra de ocho caballos. Algunos estudiantes tenían montura propia".

"En el fondo, nuestro colegio era una larva de futuros altos funcionarios que serán por vocación  padre de familia en cuanto libren de quintas. Y entonces empieza a amarse a sí mismo con monstruoso amor, macerado en la soledad, y el zambullirse, culpable la conciencia, en el deleite de los ensueños"

"En el colegio también había un enjambre de zánganos, de haraganes para intentar fortuna en los exámenes  de ingreso al bachillerato. Gente careada al vicio y no limpia de baratería"

"Los frailes, con la mejor voluntad, daban entrada al patriotismo necesario para fijarnos en la tierra. Mirándolo bien ¡qué vida regalona nos proponían!. El español bueno no tiene que devorarse la sesera; con ser castizo le basta. Hay que gobernar como el cardenal Cisnero; escribir como Cervantes y frente al mundo hay que mantenerse en un rincón a devorar el reconcomio ya que ha de esperar tiempos mejores"

"Ya de adulto visité al ahora anciano padre Mariano.

-¿Tu qué haces? -me preguntó. Nada especial padre -contesté- me disculpo de no ser diputado, ministro o embajador; de no abogar en los tribunales. Malgasto mi habilidad de señorito.

-¿No te has casado? ¿Te lo prohíbe la Institución Libre de Enseñanza?

- Soy ajeno a la casa, ni creo en propagar la soltería  -contesté".

"Me encuentro solo en el jardín de los frailes. Mi antiguo colegio. Vagan tres frailes por el huerto primaveral. Las delgadas siluetas negras, sin gravidez, accionan levemente algo. A ellos y a mí el cierzo nos hiere. Una cima se encuentra lejos, encapuchada de nieve. Es el ocaso" 

  

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