Ciencia Ficción: Un suicidio placentero

Un suicidio placentero   (Ciencia Ficción)


El mensaje, vía E-mail; era muy claro: "La Casa del Placer. A la gerencia. Deseo una mujer exuberante, muy exuberante, que no aparente tener más de 40 años de edad, para poder pasar con ella 24 horas sin salir de una habitación"

-Ring, ring- Onomatopeya para indicar que alguien llamaba a la puerta de la casa del anciano Jacinto. Un hombre bien conservado aunque no podía disimular sus setenta y algo más años de edad. 

-Hola. Es usted el cliente -preguntó con desparpajo Adela. Una mujer de casi 1'80 de alta y de curvas muy rubensnianas. Ella pasó contorneándose junto a Jacinto dejando tras  de sí un rastro de fresco perfume Bleu de Chanel. Jacinto la admiró, más que la miró: tenía clase esta cortesana. 

-Por favor, pase usted a mi gabinete- invitó con amabilidad el anciano. Tomamos unas copas, hablamos un rato y después pasaremos al dormitorio.

-Como usted guste -contestó la meretriz con cierta  elegancia.

Titulares en primera plana del Diario de la Provincia: "El filántropo millonario don Jacinto Rascones fue hallado muerto,  por una insuficiencia cardíaca, en su lujosa residencia de Los Sauces"

Los periodistas nunca supieron que Jacinto, el magnate de los Mondigones, viudo y millonario, se encontraba aburrido y  en el fondo era un desesperado existencial. Por estrategia se proveyó de una docena de comprimidos de Viagra, una botella de coñac y se encerró con un solo juguete, con Adela, como le sugirió el título de la novela de Juan Marsé; acabando sus existencia con una dulce sonrisa de Cupido en su boca y  con el cosquilleo de la dopamina aún latiendo en su cerebro.


 

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