Del Arte Povera al Feísmo Aceptado

Deal Arte Povera al Feísmo  Aceptado

Sin pretender ser Casandra se augura malos tiempos para la bondad, la belleza y el buen estar. No será una catástrofe repentina sino un proceso natural que va parejo a la propia evolución y desintegración de nuestra civilización occidental. 

Algunos autores escriben con nostalgia sobre aquellos tiempos donde nuestra Cultura intentó caminar hacia la perfección.

¿Perfección? El pueblo llano, la plebe se ríe cuando se le hace ver este virus moral que nos afecta en mayor o menor intensidad según nuestros propios principios. A los conservadores y a los progresistas, a los rojos y a los azules, a los rosados y a los hombrecetes.  

La canalla aborrece aceptar ninguna norma de conducta y de convivencia correctas al extremo de exaltar ellos mismos sus propias situaciones aborrecibles en festivales, marchas y otras zarandajas.

Cuando un automarginado cree tener los mismos derechos, aunque, por supuesto, no las mismas obligaciones que un empleado que se levanta todos los días a las seis de la mañana para ir al trabajo y el gobierno local, regional o estatal lo acepta y apoya es que algo va mal. Cuando  un degenerado moral de cualquier índole pretende ser aceptado por la sociedad como si fuera otro más es que la propia sociedad está mal. Nuestra sociedad está tan confundida y tan manipulada, tan emborregada, que todo lo acepta y lo ve normal. (Me viene a la memoria como sería aquella sociedad romana, aquella plebs, en tiempos del putrefacto emperador  Heliogábalo).

Los medios de comunicación son controlados por intereses espurios pero siempre dejan un halo de libertad de expresión cuanto nos cuentan noticias execrables y modas impresentables para la satisfacción de los hipermodernos de turno.

Lo feo no está de moda, lo que sí es aceptado y se ha vulgarizado ha sido el mal gusto en todo lo que hacemos y en un uso indebido de la democracia tan alejada del concepto que tenía Solón. Los dirigentes del pueblo proceden, en una inmensa mayoría, de aquellos pésimos universitarios que fueron  incapaces de encontrar un trabajo en la empresa privada pero que por un golpe de azar fueron encuadrados en uno de las decenas de partidos que polulan por nuestro país. Van al saco cuando están en el poder, hay mucha corrupción en España (ver Transparency Intenational). Así nos va, el puro feísmo moral en su máxima expresión.  

Si los políticos representan al pueblo y el pueblo se encanalla porque imitan a sus dirigentes ¿Cómo salir de este embrollo?   

Se acepta el Feísmo como años antes se aceptó que había infierno, pulgatorio y paraíso; aquella entelequia que servía para domesticar a los temerosos (me dicen que el Purgatorio ya no existe). De la misma forma que un tipo malhadado puede sentarse en un escaño en el Congreso de los Estados Unidos, de España o de Colombia siendo éste un mero payaso que se hace llamar  señoría la gente del común ven con buenos ojos cualquier desaguisado que ellos hagan. 

No deseamos un dualismo existecial donde todo es   bueno o malo. Deseamos una sociedad democrática dirigida al menos por políticos eficaces de una intachable moralidad, con una educación occidental en consonancia con nuestra propia cultura sin ingerencias de extranjeros ni de civilizaciones exógeneas.

 Cuando Picasso pintó Las señoritas de Avignon pintó a tres prostitutas, pero con clase, sin ofender sensibilidades ajenas. No lo que escuchamos en los telediarios o leemos en la prensa sobre la vida de retrete: la vida sexual de este o aquella famosa ni tener que oir o leer comentarios acerca de artilugios higiénicos femeninos.  

El Arte Povera tenía una excusa. El Feísmo actual, tan ramplón y chabacano es detestable y no tiene ninguna justificación aceptable. 


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