Kianna

 Anotaciones sobre la vida oscura de Kianna

Kianna nació en Pihtipudas, un horrible y feo pueblo del norte de Finlandia. Cuando ella pudo se trasladó a vivir y trabajar a Turku, una ciudad algo más civilizada y desarrollada pero igualmente  aburrida y triste como su lugar de nacimiento.

Kianna a sus 38 años de edad, soltera, trabajaba en el Centro Local de Niños Subnormales. Era como  una especie de auxiliar de clínica. Un trabajo duro y alienante que la despersonalizaba a medida que el tiempo transcurría en su sórdida existencia.

Un día en un descanso del trabajo, paseó su mirada a su alrededor viendo las miserias cotidianas. Tomó conciencia de su situación. "Soy una mujer que vive sola,  propietaria de una casa que pago con mi trabajo; en mis ratos libres desgasto mis ojos viendo la televisión o navegando por Internet. Mi futuro es tan opaco como la mirada de ese pobre niño que observa constantemente la pared. Qué suerte la de mi prima Lily, ahorró para pasar dos semanas en la Costa de Sol de Málaga, en España. Allí se anamoró  del recepcionista del hotel donde se alojaba, se casó y allí vive desde hace años. Contactamos con frecuencoa vía Internet. Ella aparenta vivir muy feliz con su esposo y su guapo hijo de dos años. Me envía foto del lugar, Banalmádena creo que se llama. Ese cielo azul, ese sol y todas esas caras radiantes de la gente que pasea por su playa. Siento envidia. ¿Por qué yo no? Me pregunto".

Los sureños saben que en los países del sur de Europa se vive mucho mejor que en todos los paises escandinavos. El nivel de vida de un trabajador de clase media española, por poner un ejemplo, es bastante mejor que otro igual viviendo en Suecia o en Dinamarca. Un conductor de autobús urbano español tiene su propia casa, un coche y un mes de vacaciones pagadas. Otro de cuaquier país del Báltico debe tener dos trabajos para intentar llevar una vida decente, la casa es sórdida y pequeña y las vacaciones nunca exceden de una semana al año. Una pura tristeza. Ahondamos sobre la infelicidad de los nórdicos señalando que el índice de suicidios en Finlandia es de 13'16 por cada 1.000 habitantes mientras que en España es de un 8'2 por mil, lo que se demuestra que en la Costa del Sol la gente vive más contenta con sus vidas que en aquellos gélidos y oscuros países norteños.

Kianna así lo comprendió, vendió todo lo que tenía en Turka, dejó su horrible trabajo y tomó un vuelo directo Helsinki-Málaga. Su prima Lily la esperaba. Tras el saludo, salieron del aeropuerto malagueño hacia el parking donde subieron al coche. Lo que primero notó Kianna fue la luz del sol en pleno mes de febrero y ese aire con olor suave a mar que llegaba desde la costa. El apartamento que le buscó su prima era pequeño pero encantador, alejado un poco del mar pero el balcón daba a un parquecillo precioso repleto de plantas y árboles por ella nunca vistos. 

Kianna, a los dos días días de su llegada a ese paraíso subtropical bendecido por ese clima del  Mediterráneos se sentó, sola, en una terraza del paseo marítimo. En otra mesa había un hombre maduro, de aspecto grato, que la miró furtivamente, al inicio y después con cierta insistencia. Ella le sonrió ¿era una atrevida? El caballero se levantó y pidió permiso en su tosco inglés si se podia sentar. Ella dijo sí con la cabeza, no le salía las palabras. Un flash le cruzó la mente ¿Sería este don Juan igual como el que encontró su proma Lily cuando llegó a Málaga huyendo de nuestro gélido y oscuro país?

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