El dolor y el sufrimeinto como fuentes de placer

El dolor y el sufrimiento como fuentes de placer


Los estudiosos afirman que el dolor corporal produce en el sistema nervioso endorfinas, unas proteínas cuya función es bloquear esa sensación de dolor y al mismo tiempo producen un estado de euforia.

Desgraciadamente hay personas seguidoras de Sade y de Masoch que buscan el placer de sus  penalidades para justificar sus cretinas existencias.

Paul Bloom escribió un libro que tituló Los placeres del sufrimiento que me hizo recordar a esas personas que pudiendo vivir una vida placentera viajan a países tercermundistas de clima insufrible, con moscas y hedores insoportables  conviviendo por un plazo más o menos largo, entre aquella gente semi salvaje bajo el pretexto de ayudar o conocer otras culturas.

 Hay individuos -escribe Mr. Bloom- que siendo hedonistas buscan en vez en cuando períodos de sufrimientos. Hay sufrimientos voluntarios  bastantes pueriles como una comida muy picante, ver una película de terror en soledad y en una noche de tormenta, ducharse en agua gélida teniendo la opcion de mezclarla con agua caliente, escalar una montaña nevada con riesgo a sufrir cualquier tipo de congelación, machacarse en un gimnasio horas y horas y mil otras extravagancias. En todos estos casos el sufridor sabe de antemano que recibirá una recompensa que es dejar de sufrir cuando él lo desee, al mismo tiempo también dejará de ser un perfecto imbécil. Mr. Bloom recalca que las diferentes motivaciones displacentera de algunas personas son elegidas para buscar siempre un significado a sus planas y aburridas vidas. 

El ciudadano medio actual, educado o no, siente un placer notable cuando ve sufrir a alguien mientras él se encuentra en otro plano. Es algo subjetivo, él no quiere sentirse así pero lo nota en la profundidad de su cerebro. El conductor de un coche con aire acondicionado que para en un stop y observa como unos obreros se desloman cavando una zanaja (yo no), la señorona que sale de misa en pleno mes de diciembre y ve al mendigo de la puerta suplicando unas monedas (yo no), el esquiador que toma un cacao caliente y tras los cristales de la cafetería ve como un desgraciado remueve la nieve con una pala a la entrada del hotel (yo no) y otros ejemplos más comunes(yo tampoco).

 Sentir complacencia cuando le ocurre algo malo a otra persona es un placer que se entremete en nuestra mente, seamos cristianos o buenos ciudadanos. Los psicólogos lo llaman el Complejo de Schdenfreude. 

No nos dispersemos y volvamos al anunciado de este trabajo. El dolor y el sufrimiento voluntario como fuentes de placer está entre nosotros. Muchas personas disfrazan estos sentimientos bajo la capa de hacer el bien o la caridad hacia otros. Recuedo aquel artículo que leí hace años de un matrimonio burgués, que vivía en un chalé del norte de Madrid, con jardinero y cocinera y que adoptaron a un muchacho de 14 años de edad afectado de  oligofrenia y además estaba semitullido. Una vez que la hija adolescente de dicho matrimonio tomaba el sol, en bañador, junto a la piscina, el chico se echó sobre ella e intentó violarla. Fue tremendo, el jardinero salvó la situación  aunque fue magullado por el corpulento muchacho. ¿Qué hacer? En España es muy dificil renunciar a una adopción. No se como terminó aquella situación de aquella buena e imbécil familia de Navacarnero. 

Cuando veo en pleno verano a un hombre pedaleando sobre el ardiente asfalto, bajo el sol andaluz de agosto, a las 12 del día y yo conduzco con el AA a tope me pregunto. ¿Qué mueve a ese individuo para hacer tal payasada?

Cuando la gente normalita ve en televisión grandes catástrofes y miserias se siente muy reconfortada mirando a su alrededor recreándose en su isla de confor, aunque dicha isla sea un piso horrible en una  fea barriada obrera de Badalona.

Recuerdo aquella película de Woody Allen donde ella, un bella y boba pequeñaburguesa va al Psiquíatra y le dice: Doctor, me encuentro mal. ¿Qué le pasa?  Algo muy grave, que me duele la vida.    

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