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Mostrando entradas de enero, 2023

¿Democracia para todos?

¿Democracia para todos? "¡Como si los hombres fueran iguales en algo más que fisicoquímicamente!" Exclamó un personaje de Aldous Huxley en su novela Un mundo feliz. Los ciudadanos educados de cualquier país occidental se sonríen cuando se enteran, por los medios de comunicación, que una nación subdesarrollado, inculta y pobre situada en cualquier continente    piden elecciones democráticas. Es una paradoja que gentes sin saber incluso el nombre de sus antepasados ni menos aún conocer la historia de su país pretendan codirigir, a través de unos representantes, su propia nación.  Un país como Katunga, nombre imaginario, donde por tradición se practica la ablación, el matrimonio comprado, la desigualdad entre sexos, la lapidación pública y otras barbaridades desea alcanzar alguna vez un sistema democrático de corte europeo. Una auténtica entelequia. La democracia ni se vende ni se importa. El pueblo llano debe conseguirla a través del esfuerzo común derrotando antes a esos asque

Ramón Valenzuela. Blogger 2023

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  Ramón Valenzuela. Blogger 2023 

La enfermedad como estigma

La enfermedad como un estigma  Desde una época tan lejana como el paleocristianismo, toda la Edad Media y  hasta tiempos recientes se consideraba el padecimiento de una enfermedad larga o incurable como el estigma de un cristiano que  antes pecó haciendo algo "malo" a otras personas. Era un castigo divino que Dios enviaba al pecador para pagar en vida el daño hecho a un hermano o a un pueblo. Hay que leer el Antiguo Testamento donde se insiste sobre este tema.   Se suponía que un mal o una enfermedad o una epidemia muy grave se produjo por haber cometido un grave pecado por una persona corriente o por un magnate o por un rey. Era un estigma difícil de eludir. Todavía entre la gente ineducada del medio rural se sigue con esta creencia, no se marca en la frente sino en el cotilleo popular. Fulanito tiene tal enfermedad -comenta una vecina a otra- ¡que habrá hecho! La ley causa-efecto se practica sin piedad entre pueblerinos hasta el extremo que los afectados por cualquier tipo

Cuando los jóvenes no éramos tan así

Cuando los jóvenes no éramos tan así El trío de los moteros  A finales de la década de los 50 del siglo pasado no todos los jovenes podían disfrutar de una vida algo regalada. El hambre y la miseria rondaba al 70% de los españoles. Los que por suerte podíamos zafarnos de esta situación disfrutábanos con pequeñas pillerías como coger la moto, a escondida, de un pariente para pasear a la edad de 16 o 17 años sin permisos legales ni familiares. En julio y agosto el calor es terrible en el sur del sur. La siesta era la hora que escogíamos mis dos amigos y yo para sacar las motos sigilosamente de sus lugares de cobijo  para dar un paseo con ellas.  A mis 16 años de edad cogía "prestada" la moto de mi primo Pepe, una Guzzi de 75cc con la que tenía que pasar por delante del cuartel de la guardia civil para bajar al Barrio Bajo donde me esperaba mis amigos. El agente de puerta, se me quedaba mirando fijamente aunque nunca me paró. Mi amigo Paco tomaba prestada la Vespa de su padre y

Un cuento para febrero

Un cuento para febrero   La cerillera Adela había estudiado enfermería contra su voluntad, para ganarse el pan, como decían sus ancianos padres. Adela desde muy joven quiso ser escritora, contadora de cuentos e historias inventadas o vividas por otros. Adela, desde hace cuatro años, trabaja en el Asilo Municipal de la Ciudad. Ni le agrada ni le disgusta, es una forma de ganar un salario como casi todo el mundo. Adela conoció en la residencia a una anciana que le sirvió de fuente para poder escribir una novela. En su libro de notas la enfermera escribió: "Julia es una anciana de mirada extraña. Es muy observadora y callada y mantiene una inteligencia clara pese a su avanzada edad.  Una vez me dijo -anotó Adela en su bloc- ya sabes que nadie viene a visitarme con la cantidad de amantes importantes que tuve en mi mocedad, cuando era la puta mejor cotizada de Madrid. Te digo que yo era una hembra de llamar la atención. Un periosdista escribió en los papeles que yo era una Ava Gadner d

Un libro de mi biblioteca

Un libro de mi biblioteca  Los pasos contados Autor: Corpus Barga El cine y la literatura actual se complace en relatar hechos desagradables y    ramplones. Vivimos en la época, otra vez, del feísmo, del mal gusto y de la plebeyez a ultranza.  Los pasos contados es al revés. Un escritor de la clase alta y noble española narra su infancia en aquella enorme casa palacio a finales del siglo XIX.  "¿Mi autobiografía? En la autobiografía todo se reduce a uno; en las memorias, la autobiografía no es solamente de uno, ni siquiera de uno y de todo lo demás, sino de uno en todo lo demás" " Quiero contar la historia de una de las familias españolas hidalgas, de nobleza media, que ha ido desgarrándose hasta perder sus bienes raíces y formar una burguesía ociosa" "Nuestra casa era enorme, atendida por muchos sirvientes que en mi niñez se centraba solo en cuatro personas, sin incluir a la institutriz francesa que también hacía de señora de compañía. A la hora de comer acud