El síndrome del Faraón

El síndrome del Faraón


Este trastorno mental es una megalomanía que algunas personas padecen donde el afectado intenta satisfacer sus fantasías delirantes de grandeza, de omnipotencia y, por supuesto, de autoestima construyendo grandes edificios, enormes viviendas sobredimensionadas para deslumbrar al prójimo más que para cubrir sus necesidades.

Este artículo se inspiró en un caso que vimos en YouTube del "explorador urbano" Mr. Jeremy Xplores que tituló Megamansión abandonada de 10'5 millones de dólares. Este curioso de casas abandonadas penetró en una mansión fascinante, todavía parcialmente construida, aunque habitada en sus plantas baja y primera. Esta residencia de lujo tiene una superficie de 2.787 m2 construidos, con once dormitorios y trece cuartos de baños completos a base mármoles y griferías de bronce.

 Era el sueño deseado por un cirujano exitoso que se endeudó con el banco con una hipoteca de 50.000 dólares mensuales y que pudo pagar sin dificultad  mientras vivió. 

Nos cuenta Jeremy, el explorador urbano, que este hombre estaba casado y tenía cuatro hijos. Un día decidió volar en su avioneta privada en compañía de su hijo mayor y se estrellaron, ambos murieron. 

El seguro de defunción del cirujano caducó a olvidar ser renovado unas semanas antes, así que la antes rica viuda y sus tres hijas se quedaron casi con lo puesto. Debían al banco 150.000 euros de tres meses sin abonar la hipoteca. Fueron deshuciadas por el banco y se trasladaron a vivir a un apartamento donde no cabía la gran cantidad de muebles de diseño ni sus enormes cantidades de zapatos, ropas y perfumes que fueron abandonados en la mansión. Nos muestra Jeremy en su video la enorme cantidad de ropa femenina y masculina que en varios vestidores  aún conservan las etiquetas, decenas de zapatos sin estrenar, joyas de fantasías y cientos de perfumes y cremas de marcas allí abandonadas.  Este cirujano con su delirio de grandeza y esa esposa e hijas adiptas al consumismo se desvanecieron como por arte del diablo o de la mala suerte. De todas formas nos hace recordar aquello de "Vanitas, vanitate et omnia vanitas"


En un plano más próximo yo conocí, solo de vista, a un personaje que construyó una vivienda enorme y lujosa en un pueblo cerca de la capital, tenía una pista de tenis, otra de squash,  una piscina casi olímpica y otras bagatelas propias de nuevo rico. Todo perfecto, sus hijos pequeños jugaban felices en el inmenso jardín. Los guardeses, vivían permanentemente en una casita a la entrada de la enorme parcela. Cuando los hijos crecieron decidieron instalarse en el duplex que tenían en Granada atendido por Marta, la vieja criada de confianza. 

Déjalo que se marchen -decía el rico hombre a su esposa- cuando yo me jubile y traspase el negocio a mis socios me vengo aquí a vivir para siempre, los dos juntos.

La diosa Fortuna es muy juguetona y dos meses antes del traspaso de poder del empresario a sus colegas le dió un ataque al corazón y se quedó cual estatua de sal.

Los tres hijos adultos estando independizados no querían saber nada del enorme y lujoso chalé. La viuda, al año de soportar vivir sola en aquel caserón con la única compañia de los guardeses, decidió trasladarse al duplex de Granada. Y colorín coloroda los sueños de grandeza también se acabaron. 

No construyas pirámides ni castillos si no sabes quien te sucederá. Los faraones siempre sabían que las pirámides se quedarían allí, para eso estaban para perpetuar al menos sus dinastías. 

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