Enantiodromía

Enantiodromía


Jung decía que la enantiodromía era la aparición, circunstancial o permanente, del principio opuesto del inconsciente.

Un escritor dijo que la mayoría de los argumentos de sus novelas se basaba en la mera observación de las personas que él conoció directa o indirectamente. Es cierto, si nos observamos a nosotros mismos o a personas de nuestro alrededor sacaremos conclusiones interesantes de nuestras o sus vidas.

¿Por qué hay personas predestinadas a fracasar antes de comenzar cualquier proyecto? Otra definición de la palabra enantiodromía dice que es cuando las cosas se convierte o se transforma en algo opuesto a lo deseado. "Mañana iré de excursión al campo" Y cuando ya está preparando nuestro personaje la excussión campestre suena el teléfono para indicarle que vaya urgentemente a la morgue. Con este ejemplo simplista, que bien puede aplicarse a todas esas personas perdedoras que, por desgracia, abundan en nuestra sociedad, esas personas que todo le sale mal en la vida, en sus sueños o en sus proyectos, nos preguntamos, pero ¿por qué?

Cuando en el noticiero salió el caso de un chico de más de treinta años de edad, titulado con dos carreras y sendos másteres y que se ganaba la vida repartiendo comida rápida a domicilio en una bicicleta nos preguntamos ¿qué hizo mal para vivir así? 

Un caso patético con  un final lógico lo leí en la prensa hace años. Una de las abuelas de la Plaza de Mayo de Buenos Aires localizó a su nieto robado durante la represion del dictador Videla. El niño de dos meses fue arrancado de los brazos de su madre, torturada y ejecutada por los milicos, y entregado a una familia muy rica que no tenían hijos. Jacinto, nombre supuesto, se crió como hijo único en la abundancia y en el amor entre la clase alta del distrito Recoleto. A sus 24 años de edad pudo conocer a una parte de su familia biológica que vivía en el barrio degradado de Palermo Chico. Fue allí, a la casa de su abuela. Lo besaron y lo abrazaron. El joven adinerado sonrió con timidez a toda su familia y dijo que él, sinceramente, prefería vivir con sus papás adoptivos. Que se alegraba por el reencuentro de primos y tíos y de la abuela Isabel, que ya estaría en contacto  con ellos de vez en cuando. Así de simple, Jacinto huía de la miseria y se ajustó a su enantiodromía, a lo opuesto, viviendo entre su rica familia espuria antes que con su familia "verdadera".

A veces, dicen los entendidos, seguir el curso natural de la vida, no siempre es lo más acertado.

   

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