Todo para el pueblo, pero...

Todo para el pueblo, pero...

"Tout pour le peuple, rien par le peuple"


Esta es una frase que salió de cualquier rey ilustrado del siglo XVIII y que aún se mantiene en algunos de nuestros dirigentes actuales.

Un rey español, más castizo, creo que fue Carlos III, dijo: "Mis vasallos son como niños, que lloran cuando se los lava".

Aprobada por las Cortes el 31 de octubre de 1978  la Constitución Española abrió las puertas para que parte de los ciudadanos creyeran a pie juntillas todos sus títulos, capítulos, secciones y artículos.

Hubo españoles que fueron capaces en meter en apuros a algunas instituciones oficiales con la Constitución en la mano.

 Recuerdo haber leído en la prensa el caso de un minusválido que según él tenía derecho a estudiar  en un Centro Oficial, a pesar de su minusvalia evidente, para sacar el grado de profesor de Educación Física.

Otro caso más patético y de "credulidad" en lo que decía la Constitución recién parida (1979) era la de aquel padre que exigió a las autoridades competentes  para que su hija, por desgracia sordo-muda y paralítica, fuese admitida en la facultad de leyes para estudiar la carrera de Derecho; para ésto exigía a la Administración que le pagara el salario de una intérprete de signos y a otra mujer para que empujara la silla de la pobre chica enferma.

Estos dos ejemplos, patéticos y reales, muestran que la Constitucion no  puede satisfacer a todos.

Por ahí tengo una  curiosa foto de la plantilla de la Policía Local de una promoción determinada. Todos se ven  jóvenes y con una estatura media de  1´75 menos un guardia municipal casi enano que arrastraba la porra que colgaba de su cintura. Mediría 1'55 y fue preso de numeroso chascarrillos y bromas por la oposición (entonces la prensa no estaba amordazada como ahora ni existía esa falacia coercitaiva de "delito de odio"). Se comentaba que el guardia bajito (mediaostia, le llamaban) entró gracia a la  Constitucion  saltando las normas escritas del cuerpo de policía local de aquella ciudad.

No es oro todo lo que reluce ¿Cuántas leyes existen en nuestra Patria que nos protegen y no lo hace o que nos castigan y, afortunadamente, no se aplican?


Actualmente, tras 46 años de la Carta Magna hay gente que todavía pretende apoyarse en la Constitución que los diferentes Gobiernos de turno se la salta a la torera según les convenga, sean estos gobiernos de derechas o de izquierdas.

La década de los años 80 era mucho más libre que la actual. Al menos para los medios informativos. Escribían y decían todo aquello que al ciudadano normal le podría importar. Ahora no. Aparte de estar controlados, nadie ni nada, ni  incluso las redes sociales, puede comentar libremente que tal o cual juez es un corrupto o que ese o aquel empresario es un canalla explotador. 

La única libertad que tenemos en pleno siglo 21 es la aberración. España, tanto moral como conductualmente, es un país con un grado de depravación notable. Se enaltece la mediocridad, lo amoral, la mentecatez y la ignominia.

La Constitución Española se puede mejorar, dicen los entendidos. Pero la realidad es que los que tenemos que mejorar somos nosotros.


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